El jamón es un alimento que está presente en nuestra dieta. Para los españoles es habitual comer este alimento incluso a diario, bien en tostada, bien como tapa o entrante o como parte de un plato elaborado. Desde tiempos antiguos, las carnes curadas en salazón se han utilizado porque se elaboran de manera fácil y se conservan durante mucho más tiempo que las carnes crudas.
Por este motivo no es de extrañar que fuese uno de los alimentos preferidos por quienes tienen que hacer largas travesías, sobre todo, por los marineros. Las travesías a través del mar o los océanos duraban meses y durante todo ese tiempo, los navegantes tenían que aguantar con la comida que llevaban en la bodega. Las frutas y las verduras se pasaban rápidamente y las carnes y pescados salados y en conserva eran la mejor opción. El jamón no faltaba en las bodegas de los barcos españoles.
Lo que no conoce mucha gente es que además de Cristobal Colón, Rodrigo de Triana y los marineros que iban en la Pinta, la Niña y la Santa María, el jamón serrano también fue uno de los descubridores de América. Se cuenta que Cristóbal Colón llevaba numerosas piezas de este alimento en las carabelas que llegaron hasta el Nuevo Continente. Y no nos extraña, porque Cristobal Colón, marinero europeo, había vivido en países como España e Italia, productores de este manjar.
Pero Colón no sólo llevo jamón en el viaje, hizo algo más: al igual que nos trajo la patata a España a la vuelta de las Américas, en su segundo viaje se llevó unos grumetes muy especiales en su tripulación: ocho cerdos lo acompañaron en el viaje y llegaron hasta las costas de América sanos y salvos. Allí procrearon y fueron, a su manera, pequeños colonos de las nuevas tierras. Algunos de los marineros que llegaron y se quedaron allí comenzaron a preparar el jamón a la manera española, aunque con el paso de los años y debido al clima, cambió el modelo. Por eso en América el jamón serrano, al estilo español es tan cotizado.
Hoy en día se considera un manjar en países como Estados Unidos, que aunque lo consumen, no lo hacen en la manera en la que estamos acostumbrados a tomarlo en España. Allí es mucho más habitual consumir la carne de cerdo en otras presentaciones, como el popular bacon o el jamón cocido, que son ingredientes habituales en numerosos platos de su gastronomía. Pero encontrar jamón serrano como el que se come aquí en España es complicado: las exportaciones encarecen el precio y son pocos los mercados que lo ofrecen. Las tiendas en países extranjeros en las que suele venderse el jamón serrano son tiendas gourmet especializadas. El jamón italiano, más parecido a lo que aquí conocemos como jamón curado, suele ser el sustituto de este alimento aunque obviamente, no tiene nada que ver en cuanto a sus peculiaridades sensitivas.
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